Vivir de la música.

La música como profesión para ganarse la vida, se ha vuelto con el pasar de los años cada vez más difícil si no imposible.
A veces me pregunto si no ha sido un error aquello de “democratizar” la música y sobre todo enfocarla como profesión. En lo personal, estoy de acuerdo con que sea una opción y un derecho como complemento de la etapa educativa y recreativa, así como la plástica, la danza, teatro etc.
Pero viendo como se inundó el mundo de personas que gracias a la tecnología, a la simplificación de los procesos de aprendizaje y al conformismo con los resultados, se creen músicos, artistas, llego a la conclusión que “Hemos creado un monstruo”. Claro que se encuentran cosas de altísima calidad; Claro que aunque no sean profesionales los resultados son satisfactorios en gran cantidad de gente que se atreve, pero no son la mayoría.

La industria hace de la suyas tomando ventaja para alimentar sus propios intereses y de la mano de “aberraciones” como la compresión de los archivios de audio (mp3 y otros), de canales de video gratuitos etc, “standariza” el mercado y nos encontramos con el horror de que desviaciones como el reagatón se hacen populares en lugares tan remotos como China o Australia. (Éste género merece un artículo aparte). Lo que creíamos que era una ventaja por fin para los verdaderos artistas para exponer y difundir sus trabajos se ha convertido en un enemigo difícil de derrotar. Personas que invierten años de estudio, conocimientos y recursos económicos para desarrollar una obra, grabar un disco (otro recurso caído en desgracia) dar un concierto, se ven arrollados por los gustos del mercado o lo que de la gana a los generadores de ‘algoritmos’ que hará “viral” a productos de dudosa calidad. (Fíjense que yo mismo llamo producto a un trabajo musical. Claro, es algo que se intercambia por dinero. Una suerte de mercancía, pues). No tengo idea cómo hicieron y hacen las productoras o los artistas para “pegar” una canción. Se sabe de gente que invierte miles de dólares en la producción de un tema y no pasa nada con él. La mentada “Payola” al parecer, es una de las vías más expedita y costosa para hacer sonar una canción y no garantiza cien por cien que lo logrará. ¿Qué pasa con el montón de músicos que se gradúa en conservatorios y universidades? ¿Dónde trabajan luego de graduarse? ¿Cuántas orquestas se necesitan para emplear a la cantidad de estudiantes de violín, flauta, clarinete, arpa clásica y otros instrumentos que están en formación?. ¿Cuántas compañías de ópera hay en el mundo para emplear a los estudiantes de canto, a los que se graduaron ya? Al parecer la venta de instrumentos ha disminuido en todas sus categorías y ha aumentado la venta de interfaces, controladores y software de grabación. Nunca el arte ha sido una vía fácil para vivir pero en ésta época parece más cuesta arriba aún.
¿Qué piensa Ud.?